“Jugar para crecer, la fórmula que nunca falla”

Por Indira Nivín Colcas, doctora de niños. 

"...Jugar es un aprendizaje interminable, encantador, profundo, atractivo y práctico. Es la puerta de entrada al corazón del niño".

El juego, según la RAE se define como la acción y efecto de jugar y jugar es hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse.  

El juego se convierte así en un aspecto importante del desarrollo humano y el acto de jugar en un aspecto esencial de la cultura humana. El juego es un fenómeno universal,  todo el mundo juega, a través del tiempo ha sido así y los espacios se transforman y los tiempos se adaptan cuando de jugar se trata. 

En el caso de los niños, el juego es de vital importancia ya que desarrolla en ellos competencias y los prepara para la vida misma y favorece su desarrollo integral. Se menciona que “en el juego auténtico el niño puede decidir por sí mismo su argumento, sus reglas, su principio y su final”. 

Si de beneficios se trata, el juego no sólo estimula el crecimiento físico y mental, sino desarrolla la imaginación, la creatividad, estimulla sociabilidad y forja la voluntad, con lo cual el niño seguro no abandonará el juego hasta alcanzar la meta.  


El juego entonces sirve para aprender con o sin juguetes, el jugar les enseña a los niños el mundo en el cual experimentan y a través de su conocida curiosidad exploran, conocen y disfrutan su “tiempo libre”, dan rienda suelta a su motricidad, desarrollan su sensibilidad dando origen a la actividad creadora y el arte porque en ese mágico momento reina el entusiasmo y la emotividad. Jugando los niños crean mecanismos para adecuarse a diversas situaciones, se estructura así su “yo” y van desarrollando también habilidades sociales y de comunicación, jugando aprenden las reglas y a respetarlas y en esa dinámica experimentan temores y frustraciones y ensayan cómo superarlas así como viven triunfos y fracasos y fortalecen su autoestima. No hay juego sin imaginación y en ese aspecto los niños son los mejores, también como jugando desarrollan su observación, su atención, concentración y memoria creando escenarios “inimaginables” e historias fabulosas, en la interacción con el otro niño o adulto, padres, hermanos, abuelos, amigos, etc. Van también aprendiendo la diversidad del que comparte su juego. 

Si bien el juego cambia según las etapas del niño, pasando de ser sensorio motor, a juego simbólico y finalmente a un juego de reglas lo que no cambia es la necesidad de jugar en cada etapa; desde el juego simple al más estructurado los niños se benefician siempre y el acompañamiento en cada etapa de esta mágica herramienta contribuirá sin duda su desarrollo. 

El niño que juega, sueña, ríe, se mueve; el niño que juega es feliz, el niño que juega es sano. Como doctora de niños, dentro de  las recomendaciones que sugiero siempre en la consulta como parte de la “receta mágica” es jugar a demanda, a las horas posibles, en dosis extras siempre, sólo pero mejor en compañía; ello ayuda indiscutiblemente a tener un niño sano. 


indiranivin@gmail.com


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