La alimentación, una aventura más allá de un bocado

 

Indira Nivín Colcas, doctora de niños

“…Nada se sabe bien sino por medio de la experiencia…”

La alimentación es como todos sabemos un pilar fundamental para el crecimiento y desarrollo de un niño, contribuye sin duda a mantenerlos sanos y a desarrollar su potencial. De la misma manera una alimentación inadecuada puede traer consigo riesgo a enfermedades, desnutrición u obesidad. Por ello, es importante entender que la alimentación es una aventura que va “más allá de un bocado”.

Considerar a la alimentación más allá de sólo la ingesta de un alimento, es decir; con una mirada más integral tomando en cuenta su aspecto nutricional, sensorial y social permitirá que nuestros niños vivan una experiencia positiva y saludable que sin duda marcará su relación con la alimentación en el futuro.

El aspecto nutricional es conocido y menester de preocupación de todos nosotros como padres, luego de la lactancia materna y sus extraordinarios beneficios en todo aspecto,  con el esperado inicio de la alimentación complementaria emprendemos una tarea cuyo objetivo se centra en poder garantizar una alimentación variada, balanceada y saludable para nuestros hijos. Nos embarcamos entonces en una travesía en la cual las preguntas y dudas como desde cuándo, qué cantidad, qué textura, qué variedad, etc. se convierten en la preocupación diaria y claramente recibimos información diversa que intentamos conjugar y buscamos un menú ideal para ellos que incluya un listado de medidas exactas y alimentos escogidos y vamos en su búsqueda hasta conseguirlo.

En ese menester diario nos olvidamos que otros aspectos deben ser tomados en cuenta en esta gran aventura como por ejemplo, el  aspecto sensorial que va muy relacionado con la práctica de inicio y continuación de la alimentación complementaria y con la experiencia viva de cada momento relacionado a ella; es valioso que nuestros niños experimenten con el alimento y con lo que le rodea, el ambiente, los utensilios y la propia comida, que puedan tocar, probar,  “botar”, ver, oler y sentir, es entonces que las conexiones aumentarán y el estímulo de esta experiencia con seguridad los enriquecerá, potenciando su desarrollo cerebral y habilidades cognitivas. Ver un plato colorido, decorado por los colores de los alimentos, probar texturas nuevas combinadas con sabores peculiares, tocar y sentir también su diversidad ciertamente son estímulos fabulosos que no queremos que nuestros niños dejen de experimentar.


Y sin duda, el aspecto social inmerso en la práctica alimentaria complementa esta relación y experiencia positiva con la alimentación y nos referimos a la dinámica familiar, el acompañamiento que damos a nuestros niños desde su inicio y en adelante mientras se alimentan o los alimentamos, sentados alrededor de una mesa compartimos y enseñamos prácticas e incluso hábitos alimentarios, hábitos y costumbres para la vida diaria; entonces hacemos de este momento uno de aprendizaje máximo de relaciones sociales, nuestros niños aprenden viendo al otro disfrutar de un alimento variado, sano y los incentiva a probar y experimentar porque si papá o mamá comen algo ellos también lo pueden hacer, nos deshacemos de estímulos como pantallas y nos concentramos en el proceso entero de la  alimentación.

Llegado este momento vamos entendiendo que la alimentación es una experiencia que no se limita sólo al alimento o a un bocado, sino que va más allá y ahí vamos de la mano de nuestros niños a vivir y experimentar, vamos a alimentarnos y aprender, vamos a comer y a disfrutar de esta aventura a mil.

indiranivin@gmail.com


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