Mi niño, mi niña: explosión de emociones
Por Indira Nivín Colcas, Doctora de niños.
“…las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras
vidas y las obedecemos sin darnos cuenta…”
Cuando hablamos de nuestros niños pensamos e imaginamos siempre su
alegría y sonrisa y ciertamente ellos son principalmente así pero también son
llanto, ira, sorpresa, miedo en suma son una explosión de emociones.
La palabra emoción traducida del latín significa “movimiento hacia” e implica una tendencia a actuar. Una emoción es una respuesta adaptativa de nuestro organismo al entorno que nos rodea y aparece de modo repentino, brusco. Las emociones son impulsos que nos llevan a actuar, son la expresión de una reacción y todas nos predisponen a una acción que no es siempre igual pero que influyen en el cuerpo con diferentes respuestas.
Las emociones básicas como miedo, ira, alegría, sorpresa, asco, tristeza son las que todos los seres humanos traemos cuando nacemos y se pueden observar incluso en bebés muy pequeños a través de sus expresiones faciales. Hacia los cinco años, los niños pueden ser capaces de nombrar e identificar, en mayor o menor grado, todas estas emociones. A esta edad la alegría se reconoce con cierta facilidad, mientras que las otras emociones mantienen una evolución más lenta. Hasta aproximadamente los seis o siete años, los niños viven esencialmente en lo emocional y no en lo racional, experimentando la realidad con fuertes reacciones afectivas que necesitan expresar y experimentar y en general no se produce una maduración total de esta capacidad hasta llegada la adolescencia.
En el niño es importante la expresión de las emociones que le permite adecuar el comportamiento a las diferentes y frecuentes interacciones sociales y se convierte en una vía por la cual son capaces de transmitir sus necesidades. Los niños como vemos pasan con facilidad de una emoción a otra y ellas aparecen con mucha frecuencia y son transitorias.
Entender que los niños tienen que discriminar adecuadamente las
emociones antes de poder regularlas es muy importante, así como comprender que
el desarrollo del cerebro tiene su tiempo e influencia en todo ello y entre
tanto ocurra los padres debemos entender y acompañar las diferentes emociones
que nuestros hijos experimenten incluso a pesar de nuestra experiencia.
Permitir expresar sus emociones ciertamente ayudará a procesarlas y a encontrar
caminos y herramientas para regularlas, lo contrario sólo logrará en el
entendimiento de ellos que no está permitido expresar lo que están sintiendo
con lo cual su salud emocional se verá afectada. Recordemos que en la infancia se van construyendo las bases de nuestro comportamiento y
la gestión de las emociones cuando adultos, por eso la manera cómo intervenimos
o más bien acompañamos es tan importante y determinante para su salud
emocional.
En este caso podría decirse que “somos lo que sentimos” pues
claramente las emociones son intrínsecas y necesarias y por lo tanto debemos
dejar a nuestros niños sentirlas, expresarlas, experimentarlas, procesarlas y
es nuestro papel acompañarlas y facilitar su sana expresión, sin calificativos
ni etiquetas.
Un niño que crece con la libertad de expresar sus emociones y de
sentirlas, con seguridad desarrollará confianza, empatía, autoestima, podrá
resolver conflictos, desarrollará habilidades sociales, logrará comunicarse
consigo mismo y con los demás y será capaz de desenvolverse día a día.
Acompañemos entonces a nuestros hijos, vivamos y experimentemos junto con ellos
su explosión de emociones.
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